miércoles, 14 de abril de 2010

Especie aparte

Son una especie aparte. Otra raza. Otra subcultura.
Nuestros carceleros diarios con el propósito de liberar y ampliar nuestra visión del mundo.
Temidos y odiados. Nos gritan, nos empujan al abismo del saber. Apuñalan el vientre de nuestra ignorancia. Hacen rebosar el cáliz de nuestra memoria con complicados postulados, formulas, teoremas y definiciones. Cada día los vemos llegar con presagios de hastío y enclaustramiento. Valerosos actores que representan su papel ante un público a veces poco conciliador.
Respetados y amados. Son capaces de ser cercanos. Nos dedican horas interminables de su vida, traspasando sus conocimientos a mentes carentes de ánimo alguno ante la tarea impuesta. Miran los rostros de sus pupilos y han de sobreponerse pues, como tantos otros, tienen que comer. No creen en un mejor pago que vernos convertidos en hombres y mujeres que algún día llegaran a ser alguien.
Platón los llamaría prostitutas del saber.
Creo que el resto del mundo los llama… ¿cómo era? ¡Profesores!
Algunos por vocación y otros por obligación cumplen el mismo propósito. Semana tras semana se arman de valor y se plantan ante quizás 20 o 30 alumnos gritones, groseros, preguntones, brillantes, irrespetuosos, salvajes, inteligentes, educados. Semana tras semana vencen su abulia y vuelven al trabajo.
Se les debe reconocer el merito.
Porque aunque a veces son un poco cabrones, desgraciados, pesados, locos, irreverentes, locuaces, aburridos; siguen siendo personas, siguen estando ahí todos los días, siguen apostando por nosotros: el futuro.
Joder. Hay que admitir que se lo curran…
P.S: Dedicado a todo aquel que se dé por aludido… Tú ya sabes quién eres, Don Aludido…Jajaja.

martes, 6 de abril de 2010

Contradicciones

En la mesa, mientras se come, alguien cuenta algo que para todos debería ser natural pero que todos consideramos una “guarrada”. Y alguna persona se molesta. Y alguna persona dice, -Tío, ¡que estamos comiendo!-.
Al día siguiente, en la mesa, mientras se come, alguien cuenta algo que para todos debería ser natural pero que todos consideramos una “guarrada”. Y es entonces cuando te das cuenta de que ese alguien que está contando esa “guarrada” es la que el día anterior se había molestado. O la que había puesto cara de asco. O aquella que había dicho, -Tío, ¡que estamos comiendo!-.
Hay muchas cosas a tener en cuenta cuando se intenta comprender la esencia que nos hace humanos.
Creo que una parte de dicha esencia son nuestras contradicciones.

Por pecador Dios te castiga. Por su cualidad de misericordioso Dios te perdona.
Pero entonces… ¿me castiga o me perdona?

Alguien, mientras mira la televisión, (las noticias que hablan sobre disturbios entre los hooligans, o hablan sobre esas señoras que lloran mirando a una virgen de cerámica, o hablan sobre terrorismo islámico), ese alguien te dice, -Tío, nunca he entendido esa clase de fanatismo estúpido. Es patético…-.
Al día siguiente ese alguien es arrestado por comenzar una pelea y mandar al hospital a una persona que no compartía sus ideas políticas…

Alguien, mientras te revientas un grano frente al espejo, te ve y exclama, -¡Que asco!!-.
Al día siguiente ese alguien se ofrece gozosa como voluntaria para reventarle los granos de la espalda a su novio…

Alguien ve a una pareja de homosexuales pasear tranquilamente agarrados de la mano, y ese alguien dice, -¡Que ordinario y antinatural! ¡Que asco!-.
Al día siguiente ese alguien se descarga a su ordenador el porno mas escatológico que puede encontrar en la red…

¿Qué cómo definiría yo esta actitud, este... comportamiento?
¡Humano!

Recuerdos

Una noche cualquiera.
Estas rodeado de gente, quizás familiares, quizás amigos.
Y entonces alguien se pone a contar anécdotas tuyas. Cosas que hiciste cuando eras pequeño. Aquellas travesuras. Aquellas bromas. Aquellos momentos sobre ti que quedaron grabados en la mente del quizás familiar, quizás amigo.
Alguien se pone a recordar.
Recuerdos.
Te suelen provocar sentimientos contradictorios. Porque a veces te traen de tu memoria recuerdos que hubieras preferido olvidar. Cosas que te hacen pensar acerca de la felicidad en tu infancia, tu adolescencia.
Y entonces alguien logra arrancarte una sonrisa. Rememorando aquella vez que le diste en la cara a una compañera de clase con una cascara de plátano. O aquella vez que estando de compras te fuiste a casa, y todos te buscaban, y tú, con 5 añitos, ya estabas echado en la cama.
En ocasiones logras darte cuenta de que las cosas que te marcan, los sucesos que mejor puedes evocar, son los malos.
Pero las cosas que marcan a la gente cercana, los sucesos que mejor pueden evocar, en su mayoría son buenos. En su mayoría.
Quizás lo que deberíamos hacer para recordar debería ser rodearnos una noche de nuestros seres queridos, y dejar que fluya.
Quizás a lo único que aspira el ser humano no es a vivir bien o tener muchos amigos, si no a dejar huella de nuestro paso.
Ser recordados.
Quizás por mucha gente, quizás por un par de personas. Quizás para bien, quizás para mal. Pero al fin y al cabo:
Ser recordados.
¿Seré capaz?