En la mesa, mientras se come, alguien cuenta algo que para todos debería ser natural pero que todos consideramos una “guarrada”. Y alguna persona se molesta. Y alguna persona dice, -Tío, ¡que estamos comiendo!-.
Al día siguiente, en la mesa, mientras se come, alguien cuenta algo que para todos debería ser natural pero que todos consideramos una “guarrada”. Y es entonces cuando te das cuenta de que ese alguien que está contando esa “guarrada” es la que el día anterior se había molestado. O la que había puesto cara de asco. O aquella que había dicho, -Tío, ¡que estamos comiendo!-.
Hay muchas cosas a tener en cuenta cuando se intenta comprender la esencia que nos hace humanos.
Creo que una parte de dicha esencia son nuestras contradicciones.
Por pecador Dios te castiga. Por su cualidad de misericordioso Dios te perdona.
Pero entonces… ¿me castiga o me perdona?
Alguien, mientras mira la televisión, (las noticias que hablan sobre disturbios entre los hooligans, o hablan sobre esas señoras que lloran mirando a una virgen de cerámica, o hablan sobre terrorismo islámico), ese alguien te dice, -Tío, nunca he entendido esa clase de fanatismo estúpido. Es patético…-.
Al día siguiente ese alguien es arrestado por comenzar una pelea y mandar al hospital a una persona que no compartía sus ideas políticas…
Alguien, mientras te revientas un grano frente al espejo, te ve y exclama, -¡Que asco!!-.
Al día siguiente ese alguien se ofrece gozosa como voluntaria para reventarle los granos de la espalda a su novio…
Alguien ve a una pareja de homosexuales pasear tranquilamente agarrados de la mano, y ese alguien dice, -¡Que ordinario y antinatural! ¡Que asco!-.
Al día siguiente ese alguien se descarga a su ordenador el porno mas escatológico que puede encontrar en la red…
¿Qué cómo definiría yo esta actitud, este... comportamiento?
¡Humano!
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